Más de 547 mil hectáreas han sido afectadas por incendios desde julio pasado. Para los expertos, ahora se viene otro paso igual de difícil de combatir: lograr restaurar los terrenos destrozados por el fuego.
Eduardo Peña, jefe de Ingeniería Forestal de la Universidad de Concepción, afirma a «El Mercurio», que «lo importante es que los primeros dos años siguientes se recupere la cubierta vegetal, pasto, arbusto o árbol y que se repare y proteja el suelo contra la erosión, el golpe directo de la lluvia».
Según el académico, «el crecimiento del bosque nativo es lento, pero cuando rebrota crece mucho más rápido que lo normal porque ya existe una gran raíz. La germinación de semillas nuevas puede ser más lenta, uno no puede esperar que vayamos a tener un bosque original en un par de años. Eso puede tomar 15 o 20 años».
Peña dice que el gran problema de los pinos no es el árbol en sí, sino la manera en la cual están plantados en Chile. «Cuando los pinos están muy cerca, se produce un incendio de copa y eso es imposible de detener. Yo sugiero que se debe tener una plantación vieja con una más reciente, de tal manera que cuando los fuegos entran a esa plantación de pocos años se pueda detener el incendio», dice.
Enrique Aliste, geógrafo de la Universidad de Chile y miembro del Programa de Reducción de Riesgos y Desastres (CITRID) de esa misma casa de estudios, afirma que «esta catástrofe se puede transformar en una tremenda oportunidad».
Los expertos explican que «el bosque nativo se quema igual», pero que los pinos y eucaliptos son especialmente inflamables y de rápida combustión.
Aliste agrega que «de ahora en adelante se van a tomar medidas distintas de las que se han tomado hasta ahora. Pensar en erradicar el pino y el eucalipto no es muy sabio porque hay que tener en cuenta lo que significa su contribución a la economía del país, a una capacidad productiva instalada que es la industria celulosa que sabemos no va a cambiar, pero evidentemente que se tienen que tomar medidas que ayuden a que esto sea un poco menos brutal».
«La tarea va a ser bien compleja, pero pasa por tener un análisis más acabado de cuáles son las áreas afectadas. Hay que tener una caracterización mucho más detallada para saber qué, cómo y dónde se revitalizarán esos territorios», concluye el geólogo.
Publicado en Emol.