[Publicado originalmente en La Tercera el 6 noviembre de 2019 y cuenta con una mención al académico integrante de CITRID y Premio Nacional de Geografía 2018, Enrique Aliste]
Destrozos, rayados y restos de barricadas son parte del interior y exterior de esta combinación de Metro, que permanece cerrada desde hace 19 días. La denuncia de presuntas torturas complejiza el escenario.
Desde el 18 de octubre que la Estación Baquedano, de Metro, no abre sus puertas. A partir de ese día los trenes no se detienen allí y las personas no pueden ingresar a ninguno de los andenes de las dos líneas ( 1 y 5) que alberga el lugar.
Destrucción de tótems de señaléticas y de sistemas eléctricos, abundantes grafitis, paredes quemadas, portones de acceso cortados, destrozos en boleterías y torniquetes, y validadores inutilizados son algunos de los daños informados por la estatal.
Eso, al interior de la estación, porque por fuera los seis accesos de Baquedano han sido incendiados constantemente. Y es que esta terminal, a pesar de ser una de las 118 de la red que tuvo algún tipo de daños, tiene un carga distinta. Las denuncias de eventuales detenciones ilegales y torturas que pesan sobre el lugar, dadas a conocer por el INDH a través de redes sociales, y que están siendo investigadas por la fiscalía, hacen aún más compleja la apertura del recinto. En particular, del tradicional acceso ubicado en la intersección de Alameda con Vicuña Mackenna. Allí se han levando numerosas barricadas.
Metro ha retirado constantemente escombros de gran tamaño para poder trabajar en su reconstrucción. Sin embargo, “como ha sido objeto de ataques todos los días, no se ha podido avanzar en dichas tareas”, señalan desde la firma.
Alto flujo de pasajeros
Eric Campos, presidente del sindicato de Metro, explica que los tiempos de apertura de esa estación no solo corresponden a la reconstrucción del propio lugar, sino también “de la capacidad de Metro para habilitar el resto de la red. Abrirla tiene que ver con las posibilidades técnicas que se dan a partir del aumento del flujo de pasajeros con esa apertura”.
En cuanto a la carga simbólica que presenta el lugar, el representante señala que “habría que revisar la conveniencia de que Carabineros esté al interior de la estación. No estoy diciendo que salgan del Metro, sino que sería bueno ver que esa comisaría se traslade al exterior y que sigan operando en el Metro”.
Para Enrique Aliste, director del Departamento de Geografía de la U. de Chile y premio nacional de Geografía 2018, esta “nueva carga simbólica seguramente tendrá un reconocimiento público como un gesto de memoria”.
Genaro Cuadros, director del laboratorio Ciudad y Territorio UDP, agrega que es una discusión que se debe dar. “Se instaló una idea que es compleja y es evidente que Metro va a tener que hacer, además de una reparación para poder funcionar al 100%, una revisión y proponer una forma de reencontrar al Metro con la ciudadanía”.
En esa línea, una de las ideas que han surgido es la instalación de un memorial. Flavio Parra es herrero y junto a otras personas “estamos haciendo una escultura que consta de manos forjadas y cada una de ellas tiene el nombre de una persona que sufrió algún daño”. Son alrededor de 150 manos las que se están construyendo, entre las que se incluye el nombre del soldado de Antofagasta David Veloso, de 21 años, quien se negó a viajar a Santiago.
Reconstruir el entorno
Los daños visibles en la Estación Baquedano también se repiten en gran parte de Plaza Italia. Ariel López, ingeniero en transporte y miembro del Núcleo Milenio Movyt y del Instituto Ferroviario, dice que esta debe ser una oportunidad para repensar la estación y cada uno de sus accesos.
“La Estación Baquedano se debe adaptar a la realidad del entorno y manejar zonas estancas de ventilación que permitan aislar la estación en caso de emergencia o accidente. Además, es necesario aumentar la cantidad de accesos, especialmente en zonas alejadas de Plaza Italia”.
Osvaldo Moreno, director del Magíster en Arquitectura del Paisaje UC, señala que se debería realizar un proyecto que unifique Plaza Italia “a partir de los distintos fragmentos que la conforman, como un espacio que sea capaz de recibir aglomeraciones y manifestaciones”. También espera que se descarte la instalación de jardines ornamentales.
“Es el centro neurálgico de la ciudadanía y hay que repensar sus elementos”, dice.
*La imagen utilizada para la réplica de esta nota es referencial