Hasta trescientas piezas de plástico pueden ser halladas al interior de un pez, cuyo hábitat natural se encuentra en las riberas de Rapa Nui. Este plástico produce toxinas que se trasladan a sus músculos y que pueden ser consumidas por el ser humano. Un panorama complejo que fue abordado por un grupo de expertos en el Rapa Nui Pacific Leaders Summit y que contó con la participación de una de las integrantes del Programa de Reducción de Riesgos y Desastres CITRID.
La profesora Paulina Aldunce Ide nos recibe en su oficina ubicada en el campus Antumapu en la comuna de La Pintana en Santiago. Hace pocos días regresó desde Rapa Nui. Cuenta que al caminar por sectores con bancos de arena en este atractivo turístico y considerado una de las maravillas del mundo, se logran ver pequeñas conchas que, bajo un examen visual más minucioso, nos permite darnos cuenta que no son más que micro trozos de plástico.
“Quedé muy impactada por el tremendo efecto que tiene en las playas donde se acumula el plástico, pero sobre todo cómo el plástico está impactando a la fauna”, señala la profesora titular del Departamento de Ciencias Ambientales y Recursos Naturales Renovables de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile, quien fue invitada a principios de abril para participar del Rapa Nui Pacific Leaders Summit, celebrado entre el 3 y el 5 de abril pasados.
El evento, que contó con la participación de expertos y expertas, permitió generar una instancia de reflexión, diálogo y colaboración para abordar de manera conjunta los desafíos relacionados con la contaminación por plásticos y microplásticos y la protección de los océanos.
En este contexto la profesora de la Casa de Bello participó del seminario titulado «Estado Actual de la Contaminación en el Océano Pacífico», donde se analizaron los peligros a los que se exponen las islas del Pacífico ante esta amenaza medioambiental. “En algunos lugares las aves están creciendo mucho menos, porque cuando mueren, las abren y encuentran hasta trescientas piezas de plásticos que consumieron confundiéndolos con alimentos. Por lo tanto, no les queda espacio para alimentarse y mueren”, cuenta la profesora, sobre uno de los efectos nefastos de la presencia de microplásticos en Rapa Nui, arrastrados por las fuertes corrientes marinas a las que la isla está expuesta.
Peligro por el consumo de alimentos del mar
Comer productos del mar o pescado, culturalmente hablando, siempre es considerado por la mayoría como una opción más saludable que otras carnes a la hora de sentarse a la mesa. Sin embargo la acción humana nuevamente pone en peligro nuestra propia salud, debido a los altos índices de contaminación por microplásticos en el Océano Pacífico.
Según información publicada por Greenpeace España, ocho millones de toneladas de basura al año llegan a los mares y océanos (equivalente al peso de 800 Torre Eiffel, para cubrir 34 veces la isla de Manhattan o el peso de 14.285 aviones Airbus A380). Cada segundo más de 200 kilos de basura van a parar a los océanos y se desconoce la cantidad exacta de plásticos en los mares pero se estiman unos 5-50 billones de fragmentos de plástico, sin incluir los trozos que hay en el fondo marino o en las playas.
Este problema conlleva un riesgo extra, vinculado a nuestra salud, según advierte Paulina Aldunce. “Los plásticos incorporan toxinas a la sangre que son trasladadas a los músculos de los peces. Entonces cuando nos alimentamos de pescado, estamos ingiriendo plástico y esta toxina”.
Por eso el llamado de este encuentro fue lograr un consenso para establecer un trabajo colectivo que permita a las naciones, a través de sus legislaciones, conseguir un trabajo comunitario y colaboración internacional para combatir el microplástico. Pero Paulina Aldunce va más allá y señala que el mayor punto de importancia de este llamado está en otro factor. “El llamado también es a los países que tienen una mayor producción de plástico para que bajen sus índices de producción”.